TDAH, Dislexia, autismo, Asperger, problemas con el comportamiento, dificultades de aprendizaje…todos estos conceptos y más, tienen en común una serie de síntomas y factores que nacen de lo que nosotros llamamos Síndrome de Desconexión Funcional.
Para que el cerebro funcione correctamente las actividades del hemisferio derecho e izquierdo tienen que trabajar en armonía, como una orquesta sinfónica. Cuando una determinada función no puede mantener el ritmo, el hemisferio entero está fuera de tono, por lo que el otro lado intenta sobrecompensarlo. Esto puede causar una falta de armonía tal que las dos partes no puedan compartir e integrar la información de forma efectiva. El cerebro se vuelve funcionalmente desconectado.
Este concepto se remonta al S.XIX, cuando los científicos se dieron cuenta de que ciertas condiciones neurológicas son el resultado de un problema de comunicación entre los hemisferios derecho e izquierdo del cerebro en lugar de una lesión en un área específica. Encontraron que esta desconexión causaba síntomas específicos, como los que estamos viendo ahora. Sin embargo una desconexión funcional no es el resultado de una lesión en el cerebro. Y esto para nosotros significa que si el cerebro no está lesionado, entonces la desconexión se puede corregir.
Los niños con síndrome de desconexión funcional son diferentes de otros niños porque se sienten diferentes de los otros niños. Sus cuerpos no están conectados. La mayoría de los niños con SDF no sienten bien sus propios cuerpos. No tienen sentido de sí mismos en el espacio ni sensación de sentirse enraizados. Parecen torpes y descoordinados y tienen mal ritmo y sincronización. Su tono muscular es pobre o deficiente, esto se puede ver por su mala postura y /o su andar extraño. Sus movimientos oculares no son como los de otros niños. Puede parecer que están mirando hacia el espacio exterior o un ojo puede carecer de movimiento normal (lo que llamamos ojo vago) están desconectados de sus sentidos.
La mayoría de los niños con SDF no experimentan plenamente los cinco sentidos– vista, oído, tacto, gusto y olfato – que enseñan a los niños normales como relacionarse e interactuar en el mundo. Muchos de estos niños no pueden utilizar más de un sentido a la vez. Si se ven obligados a utilizar varios sentidos juntos se sienten abrumados. Se distraen fácilmente con cualquier cosa que ven, oyen, o sienten, lo que hace que les sea imposible enfocarse. Como resultado, se convierten en esclavos de su propio entorno.
Están social y emocionalmente desconectados. Los niños que no pueden sentir su propio movimiento corporal no pueden intuir la conexión entre el movimiento y los sentimientos. No pueden interpretar las expresiones faciales o un tono de voz que dice lo que la otra persona está pensando. Cuando otros expresan sus emociones, ellos pueden permanecer con la cara inexpresiva. Esto conduce a una desconexión social y emocional con los demás, por lo cual es muy difícil o incluso imposible el desarrollo de amistades o relaciones con los otros.
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